"Pedro, el niño abandonado"

     Era una habitación oscura, fría, descuidada, con poca ventilación y con un ventanal pequeño, cerca del techo por donde entraba un rayo de luz, que era capaz de engullir todo lo que había en su interior. En esta habitación vivía Pedro, que era un niño bajito, rubio, ojos marrones y saltones como bolas de ping-pong. Vestía con un pijama rasgado y con dibujos, estaba sentado en lo que parecía un sillón mas por la forma que por la comodidad ya que parecía mas una tabla de madera que otra cosa.

     Era una noche de tormenta, Pedro estaba triste, desanimado, con lágrimas que le resbalaban por sus suaves mejillas, porque era la noche del 5 de enero y nadie se acordó de él.

     Aturdido escuchó un ruido en la solitaria y tenebrosa calle, se levantó, abrió la ventana y se sorprendió al ver una figura elegante que no dejaba de mirarlo. La figura era un genio, se acercó lentamente hacia la ventana.

       - ¿Qué te ocurre?- dijo el genio - ¿por qué estás llorando?.

     El niño se quedó sorprendido, boquiabierto, se frotó los ojos, se pellizcó el moflete y con ojos como platos se dirigió al genio.

       - ¿Quién eres tú?.

       - ¡Pedro soy tu amigo y vengo a ayudarte!.
       - Pero,... yo no te conozco, -¿cómo puedo fiarme de ti?.
       - Yo ayudo a esas personas que tienen problemas y tú tienes un problema.
          Te lo aseguro.

     Estuvieron charlando Pedro y el genio, durante tiempo, pasado un rato al genio se le ocurrió una idea y se la propuso a Pedro.

      - Pedro puedo solucionar tu problema, soy un genio pero diferente a los demás.

       - Pídeme 3 deseos.
       - Tres deseos?- dijo Pedro con voz alegre.
       - Sí. -afirmó el genio con la cabeza.
       - Quiero tener una familia, tener una casa grande y que tú formes parte de mi familia.
       - Pedro lo siento, pero el tercer deseo no se puede cumplir.
       - ¡Jo..- exclamo Pedro
       - Pide otro por favor.
       - ¿Que tenga muchos amigos y que me quieran?.
       - Vale.
       - Oye, una cosa, ¿volveré a verte algún día?.
       - Lamentablemente no. - dijo el rey inclinando la cabeza hacia abajo.
       - Pero... ¿por qué?.
       - Soy un ser mágico- , - yo no soy real, lo siento.
       - Adiós Pedro; encantado de conocerte, adiós.
       - ¡A..a...adiós!- se despidió Pedro con mucha tristeza y llorando. - muchas gracias.

       Los deseos se cumplieron, Pedro tuvo una gran casa que compartió con sus amigos y una muy buena familia que le querían muchísimo, pero le faltaba algo que deseaba mucho y era volver a ver al genio, pero Pedro sabia que eso no seria posible nunca mas.