jueves, 26 de enero de 2012

Animales muy distintos"

"ANIMALES MUY DISTINTOS”

     En una pequeña ciudad llamada Los tres Estados, un viejo chiflado inventó un objeto que hacía que los animales intercambiaran sus características.
     Cogió a cinco de ellos: un ratón, un elefante, una cebra, un león y un buitre. Los metió dentro del aparato (que era de color marrón, tenía muchas ventanitas pequeñas y una gran puerta con unos agujeros de cristal para que no se saliera nada) y apretó bien fuerte un botón de color rojo que estaba en un mando aparte que el viejo tenía en la mano; los cinco animales estaban temblando dentro... cuando, de pronto, un destello amarillo cubrió toda la nave donde el chiflado había probado sus invento.
     Cuando los animales salieron de la máquina el elefante, que suele ser muy grande y pesado, tenía las características del ratón: era muy pequeño, con unas pequeñas orejas y un largo rabo. La cebra no tenía rayas ni unas pequeñas orejitas, tenía las características del buitre, llevaba unas alas, pico, dos patas y era de un solo color, marrón. El ratón era como el elefante, solo que seguía conservando sus orejitas. El león era de rayas naranjas y amarillas, su cara era igual que la de la cebra y el buitre era igual que el león, solo que sus patas eran pequeñas. Vamos... ¡un espectáculo!
     Salieron todos de la nave y se dirigieron hacia la calle. La gente los miraba con una cara muy extraña porque no se creían lo que estaban viendo. Alexa, con sus ocho años, se acercó valiente hasta ellos y empezó a hablarles como si esperase que ellos respondieran.
     - Hola - le dijo a los animales.
     - Hola, amiguita – recibió como respuesta.
     Alexa, sobresaltada, dio un paso atrás; corriendo se fue con sus padres pero el león empezó a perseguirla y no conseguía quitárselo de encima. Después de un buen rato de carrera pudo esquivarlo y llegó a casa totalmente asustada y temblando. Sin contar nada, se acostó sin cenar.
     Al día siguiente se levantó más tranquila, desayunó bien y volvió a su dormitorio para hacer la cama. Levantó la mirada y... ¡zas!, los animales estaban en su habitación. Alexa pegó un chillido y sus padres, corriendo, subieron a ver lo que pasaba.
     Los animales empezaron a hablarle, y ellos vieron que no hacían nada, pero aún así no se fiaron. Salieron a la calle, estuvieron acariciando a los cinco seres, y la familia pensó que esos pobres animales no podían seguir así; cada uno era como era y le dijeron a los animales que le dijeran donde les habían hecho eso.
     Cuando llegaron a la nave del viejo chiflado, él no estaba y Alexa con mucho cuidado metió a los animales dentro de la máquina y buscó el mando que tenía el botón rojo, para presionarle.
     - ¿Qué crees que estás haciendo?- gritó el viejo que en ese momento atravesó la puerta. Le quitó el mando si esperar la respuesta.
     La niña y su familia le hicieron entender lo que estaba haciendo y el daño que su experimento estaba causando. Al principio, la conversación su consiguió ningún efecto pero las buenas palabras del padre hicieron ver al inventor que podía, tal vez, dirigir toda su inteligencia a modificar el aparato para transformarlo en algo que ayudase a las personas a ser más felices. Convencido de ello, el anciano prometió dedicar todos sus esfuerzos a ayudar a los demás, dejando de lado experimentos que pudiesen causar daño.
     Alexa se puso muy contenta y ayudó a devolver a los animales al zoo, donde pudo ir a visitarlos siempre que tuvo tiempo.

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